Monday, June 01, 2009
EL PRÍNCIPE PERDIÓ LA SUAVIDAD (o la anatomía del sueño delator)
En un desquicio de sueño me veía con ropas desastrosas de muchos colores, Pedro entraba por un portal iluminado con su vestido blanco entero para captar mi atención, lo conseguía de tal forma que comenzaba a gritarle –“Desgraciado, ahora voy por tu profundidad, porque necesitas transformarlo todo, la alegría en disgusto, el error en tormento, la muerte en encanto. Puedes estar en plenitud porque engendras verdades, pero la mayor parte de las cosas son ilusiones, conveniencias, obedeciendo ruidosas blancuras empolvadas, morboso genio homosexual, burdo amante, floto ante tus ojos, permaneces oculto apegado al paté de carne, aburrida vieja zorra, despreciable, cómoda, enferma y herida. El mundo entero podría protestar con perfección la caricatura del juego del amor. Parábolas irreales, novelas de sangre, penes y gin con gin. Te mataré rezando por ti y tu romántico comunismo improbable. Vieja torpe y caliente, gallina clueca. Perra desesperada y perdida, vienen miles de perros en llamas a tu siga y los enfrentas sonriendo, sin pedir ayuda, tal vez tu gula sexual sea necesaria para mantenerte en las alturas, te quiero morder, te pienso suavemente”.
En el pool, el viejo a punto de morir juega con el cigarro en la boca y se arruga cuando el humo le entra en los ojos, la niña prolífica de Lemebel pide que venga luego la ambulancia, es una emergencia peneinómana. Es mi voz. Cada vez que nos veíamos confirmábamos que el teléfono era nuestra insólita armonía. Mi voz es suya. Mi voz lo cachetea y lo acaricia, mi voz despierta a Dios, molesta al abuelito dormilón, al bárbudo que manda todo bostezando y bebiendo(y fumando) yerba-mate.
-Unos por ahí dicen que soy un palabrero profesional -me cuenta.
-Creo que las palabras más complicadas que conozco son los nombres de los remedios que me recetaron- le digo. El cicatero psiquiatra escribió clordiazepóxido y amitriptilina en una hoja blanca y yo me preguntaba que mierda era todo eso, para colmo no entendía ni su letra. A los días me esquince un tobillo y tuve que tomar ketoprofeno para la hinchazón, mi novia, Denis Gaita intentó ayudarme a recuperar mi memoria perdida y me regaló Gingo Biloba en cápsulas blandas, entre revoltijos psicotrópicos, antidepresivos y grageas me tomaba trescientos miligramos diarios, nada muy inmundo, pero estaba subiendo de peso de forma sistemática.
-¿Quién sabe que pasó por la cabeza de ese escritor desprotegido justo en el momento neutro de su ser?
-Cualquiera con la frente dispuesta a ir al choque sabrá juzgar mis palabras.
-No importa cuanto podríamos haber robado.
-Tal vez “el pez róbalo” sea más que esas ideas avanzadas sobre el hombre y su origen.
Y ambos, se quedaron quietecitos, y eso que estaban enojados, la seudo-novela de Cruzila estaba siendo socorrida, todo estaba quedando plasmado igual que las fotos sin trucos, vamos adelante sin perder jamás, porque pierden los que buscan el triunfo, y nosotros eso lo conseguimos siendo intermediarios con la vida y sus locas vueltas de carnero, sus vuelos reiterados al vacío, sus deslices adictos y grandes angulares luminosos. Yo gano cuando la música me tranquiliza y, a veces, cuando tengo que pajearme de aburrido mirando el techo, pensando en el culo ese, o las tetas aquellas. La Reina Madre no puede decir que no se lo advertí, es su voz la que llena mis callejuelas con acordes de piano y después subiendo al altillo blanco de su casa recién estucado porque los vodkas nos esperan en la mesa de centro mientras vemos como empieza a llegar la noche y todos los demás adornos también nos aguardan, artículos de decoración, llámense declaraciones de amor, de principios, o simplemente exabruptos vodkeanos y literatos a destajo.
-Estoy hablando de todo lo ocurrido –guardo las fantasías de la gaita y el saxo negro fantasmal que revuelcan tu ojo y el mío.
Volvía a sonar el rasgueo de una guitarra desafinada que espera unos segundos para continuar y que queda en el aire retumbando con la piel y el recuerdo de los seres queridos y las bellas imágenes de despreocupación, es una ilusión solar, precisamente es la nota sol, muy parecida a la vieja caliente que florece entre las paredes cutáneas de ella y su mal genio. A la vieja la noto sol, un gran sol desvencijado. Una antesala del infierno. (A la misma hora en un cabaret del centro de Santiago de Chile)...Iban pasando unas tras otras las bailarinas por el escenario, los espejos triangulares y los destellos califas, una chica bailaba y abrazaba un cilindro metálico como a un gran falo querido, ella pensaba que lo lamía seductoramente, a mi me parecía asqueroso. Los garzones movían la raja igual que las bailarinas, debían llenar los vasos de los guachacas y agotaban sus recursos, los rojos cola-less no eran obstáculo alguno porque se perdían entre sus nalgas voluptuosas, los corbatines de los mozos eran micrófonos que los hacían maldecir la mala noche, miraban los culos ultraconocidos y les echaban, de igual forma, un "looking" a la mala, nada nuevo bajo las estrellas, para las putas conseguir un trago más significa un almuerzo al otro día, son mendigas puertas adentro, zumbaban en mi oído como tábanos ebrios:
-¡¡Invítame un trago y te acompaño, y me tocas la conchita y las tetas!!
-No tengo plata guachita, vengo a ver el espectáculo nomás.
-Huevón cagao’, vení a puro correrte la paja cagao culiao –me enrostra una rubia oxigenada y con la boca fétida.
Después venía otra y la misma tanga, pensaba en Lemebel, lo imaginaba bailando en pelotas sobre el escenario, transfigurado, me había contado que de mujer se veía muy bien, pero no creo que tanto como esa taza de leche de mujer que bailaba árabe endiosada, traía puesto únicamente un velo sobre el rostro, su cintura de tobogán y sus pezones perfectos, hasta sus tobillos me excitaban. En cierto modo, vivir estos momentos pensando en Lemebel me estaba confundiendo, aunque siempre he sido docto en entropías y caos y vivo en busca de confundirlo todo, me encanta la locura, la entropía feroz y el desorden absoluto de las cosas pero ella revolvía las piezas del dominó y parece que se escondía el chancho seis para comenzar con ventaja. En el baño del cabaret los urinarios tienen cubos de hielo y con una meada dirigida alcancé a derretir unos cuantos ínfimos icebergs y en las casitas había mensajes escritos con lapiz pasta y plumón dirigidos a las putas del local, saqué un lápiz y quise escribir cualquier guevá metafórica, pero me arrepentí. Pico y zorra ya no se aman porque nunca se amaron, sino que se mearon. No podíamos seguir con esta seriedad profunda, estábamos inconscientes aparentando una pasión que no podríamos retroceder.
-¿Hemos logrado tal intensidad? –pensaba a ratos, segundos antes de poner la mente en blanco. Es un instinto vulgar y nuestra soledad la que, en cierto grado, ha permitido esta inclinación mutua, que nos satisface enteramente, lo que va a caer, se lamenta de su caída, o solamente cae, o quién sabe...no cae nunca.
-¡¡Mierda Elver!!, vienes de sábado en sábado mandándote cagadas, eres un cabro chico, como no puedes pensarlo antes, esa mierda te está matando, ¡¡la coca es tan facha y yanqui, tu deberías odiarla!!-
-Por supuesto que la odio pero soy un niño perverso, un póstumo personaje de Jean Cocteau.
-Solamente tú estás en riesgo.
-Claro, estoy ciego y hay varios acantilados.
-Entonces nunca verás a Dios, nunca pondrás los ojos blancos, aunque ciego con suerte lo podrás sentir.
-Tus ideas cochinas te vuelan la tapa de los sesos –le digo buscando entre el basurero de mi cerebro.
-Tu siempre con eso, tu machismo de mierda, tu naturaleza, te molesta que hable de sexo, parece que te molesta que hable de cualquier cosa, si te digo lo que pienso debes tomarlo en cuenta.
-Me molesta que sea el origen de tu conciencia, tu inteligencia corriente y bastarda me aterra.
-¡¡Oye culeado, me has tratado de lo más bajo, me has basureado mucho, corta el hueveo por favor, si te digo las guevas es porque existes para mi!! ¿Cómo puedes ser tan cobarde y no enfrentar con dignidad este último sueño?, soy suave igual que un látigo, ¿quién sabe si terminas elogiando mi técnica y mi habilidad?
-Otro día quizás –digo mirando la nada que reposa sobre unos trazos de Roberto Matta.
Me reúno con la muerte, la raza, el comercio amoroso de sus pestañas y el excelente miserable que surge en mi, les cuento de esta persona pública que para Elver es privada, y concluimos que la felicidad es individual, la muerte y la raza me aconsejan, “deja la mente muerta, en off, “out”, véndate los ojos si es necesario y dispone sus manos a la obra, así tu oposición no verá nada, no habrán exámenes ni ansias serpenteando de boca en boca, estarán por fin, las necesidades saciadas y las imperiosas glotonerías satisfechas. No será repugnante, muy por el contrario, será un estilo vivo, una tendencia acuciosa que te llevará al rotundo fracaso o la noble primavera, pero el príncipe debe perder la suavidad por completo, al menos unos segundos y ser amante de su persona amada, solamente así las diferencias cobran valor, la primera mirada y la última llevadas a un grado extraordinario, al camino sin retroceso, al orgasmo que fluye magistral, al último halo del poeta.
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