Tuesday, February 06, 2007

EL CIRCO DE LA FAMILIA


Este no es un asunto de ”ghettos” ni mucho menos, no se trata de familias cuya fortuna alcanza para comprar un país, esta “clica” tiene que ver con las cabritas tibias, dulces y en cajas de cartón agringado, este asunto habla de tablones de circo a oscuras que huelen a trampa, ellos insisten con los payasos vestidos con colores chillones, con los aplausos de las manitos pequeñas de los niños, con los animales seudoultrajados, o abatidos de frentòn, con los tramoyas infinitamente tristes pero que sonríen porque la función debe continuar. Las familias son así, hacen inmensas colas, las otras se besan antes de saltar a la pista. Tienen el ticket en la mano a la entrada cuando el matón lo requiere, se sientan en la madera a jugar a asombrarse, a poner cara de emoción, de pena, lo más divertido de todo es parecer una familia, y creer también que los verdaderos payasos observados somos los espectadores, nosotros, el público. Como dijo cierta vez Manuel Rojas “ los hombres gozamos de una libertad hipotética, porque estamos prisioneros de nuestra ignorancia”. Se pueden escuchar aplausos grabados y la voz en” off” de un hombre con acento mexicano, pero que sabemos que es chileno, que nos agradece haber asistido, y a la vez, supuestamente disfrutado del show. Los leones van a comer un perro calientito y con chips de garrapatas rellenas, recién capturado por unos angustiados por pasta base en Velásquez con la USACH, se apagan las luces, la gente camina hacia la calle dando el postrimero show, el de abrigar a los niños, tomarles la mano, calmarles el llanto con algodones rosados como bufandas dulces, acrobáticamente se desvisten los tragafuegos, con el equivalente a una contorsión se laven los dientes las bailarinas, la dueña del delirante anfiteatro cuenta la recaudación y los peones negros y sucios le ponen agua a los camellos sedientos, otros se van hacia la entrada y cierran la carpa, no falta el que intenta boicotear el pobre circo y pretende dárselas de dueño con su aspecto infrahumano, te intentan llevar a otro sitio y con engaños pretenden asaltarnos, pero ese es otro cuento.
La familia se ha marchado, los leones duermen, sueñan devorando a su domador, todo fue una fiesta indigna, una ilusión dantesca, no existió tal espectáculo, nosotros no estábamos en las graderías, eso lo sabemos bien, quisimos ser invisibles, y lo logramos. Lo único que no pudimos evitar fue la fotografía con la boca abierta que nos tomaron, a la mala, esa mala foto digital que venía con un llavero de segunda, un artículo de persa de regalo, y que no compramos para no vernos, para olvidarnos, para imaginar que realmente no estuvimos ahí.

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