Thursday, March 01, 2007

EL EXTRAÑO CASO DE tOMAS mILLER (alias Locotitan)



Tal vez fue Diane Arbus quién gatilló su locura, tal vez Nadar, el pálido fotógrafo de las extremidades y rincones peludos del cuerpo humano, vale decir axilas, cuencas nasales, ombligos, púbices, manos, etcéteras. Mapherthorpe puede hacer sido el espeluznante botón de activo de la locura del reino del cerebro de Cabezón Titán, la verdad es que son todas mis teorías improbables, “inverosímiles” como diría el fascista horripilante de Pablo Longueira, no viene al caso, este es otro tipo de locura, se refiere a esa entropía artística de revolver todo, chapotear por las artes como pato en charco nuevo, algo así de metafórico, encuadre, foco, limbo, click. Claro que de esto ya han pasado más de diez años, este personaje que se hace llamar estoicamente Loco titán, Cabezón para los amigos, también ha sido, para muchos, un maestro fotográfico, por ahora en estos tortuosas estaciones su locura se basa en mear las puertas de las casas, las manillas de los autos estacionados, ahora caga en la calle afirmado de un columpio, grita en los bares su misoginia incontrolable, putea a los amigos y sale caminando solo sin rumbo y se pierde entre los autos y los edificios. Una tarde comprobándome su locura me espero en un parque donde habíamos pactado encontrarnos con unos parlantes Sony desde donde salían los tenues bajos de Morphine, además traía consigo una fuente con comida, era para mí, ciertamente yo no había almorzado esa tarde y el cabezón en ese instante, y no en otro, fue mi benefactor sin preocuparse de nada más que yo viese sus cientos de fotos ampliadas tiradas en el pasto, era una colección de los pantanos de Villa de Perú, cerca de la fábrica ilegal de Lucchetti, el Cabezón me entregada pollo con arvejas y zanahoria, más una porción de arroz con papas picadas en cuadraditos, de un bolso sacó una lata de cerveza y me la entregó no sin antes bajarla un par de tragos, tomó mi bicicleta y partió a un supermercado cercano que él conocía, me dejó comiendo solo sentado en el pasto, bajo un árbol, yo no tenía problemas con comer a la interperie urbana, cuando terminaba de comer el Locotitán venía de vuelta con una mochila cargada de gélidas cervezas, me preguntó:
- ¿Tenís sed-cilia?
- Sí –respondí limpiándome con una servilleta doblada a la perfección, hasta en eso había reparado el Cabezón, la blanca y doblada servilleta me parecía mejor que cualquier sonido del mundo, cualquier imagen ,cualquier historia de histeria colectiva.
- Tenís de eso? –volvió a preguntar el loco, ahora refiriéndose a marihuana.
- Sí pos hermano – respondí abutagándome con una marraqueta algo añeja.
- Yo lo hago.
- Toma.
- ¿Cómo te ha ido pos Elver Cruzila? –me pregunta diseminando los mojones de éter neoprénico atontaguayo.
- Sabís que no me puedo quejar, he tenido raja en mi vida.
- Lo que es yo, creo que me estoy volviendo loco, ya mis células no me obedecen, en la cabeza pienso y pienso y me hago cagar con todas las gueás que pienso, mi sistema motor está mal, no sé como puedo trabajar, yo me estoy volviendo loco Cruzila.
- Tranquilo Cabezón, son etapas nomás.
- Gracias hermano, tu siempre me apoyas, préndelo.
- Préndelo tu, yo fumé en bicicleta pá cá.
- ¡Está terrible tóxico! ¡La cagó hueón! (tose fuertemente cinco veces, las que lo hacen despegar en el instante) Me entrega el porro recién encendido.
- Esta mierda es literalmente mierda de vaca.
- La dura Cruzila, está guevá nos va a infectar hasta las bolas.
- Yo creo que soy adicto al paraguayo, o sea al éter, tal vez al neoprén. Se me ocurre que con el tiempo vamos a quedar tan atrofiados igual que los pendejos de las caletas bajo los puentes.
- Nunca tanto, es un pito nomás.
- ¿Y todo el tiempo que llevamos volándonos acaso no corre?
Esa tarde el Cabezón terminó en un calabozo, sin personal cd ni parlantes, sin cordones en los zapatos ni cinturón en los pantalones, los pacos temían que pudiese ahorcarse, no tenía el reloj ni la gargantilla de oro. Era extraño el cautiverio del Loco Titán, lo tenían preso por contestarle a un poli, por gritonearle a un imbècil motociclista de verde, casco y pistola Baretta 9mm. Además le estaban quitando su colección de fotos, le dieron unos lumazos y lo echaron a la calle, ellos no se querían hacer responsables de un chalado artista a mal traer, lo pusieron en la calle, en la misma esquina desde donde lo raptaron, desde donde lo esposaron, quedo ahí parado, se bajó del furgón sin nada en las manos, quedó helado con los acontecimientos y con el viento de la cuadra, quedó pasmado, sonriendo incrédulo, escuchando el sonido de las torres de alta tensión en la Avenida El Sol, camino dos cuadras y entró a su casa, sus padres lo miraron con espanto, traía barba y cara de loco.
-¿Que pasó Christian? –le preguntaron a coro.
-Me abdujeron Mamá –respondió con gravedad en el sonido de las palabras.
Al otro día fueron a la comisaría en cuestión y recuperaron las pilchas y lo más importante, estaban intactas las fotografías.

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