Tuesday, May 05, 2009

NUNCA PENSÉ ACOSTARME CON ELLA.



Había noches en que salía al balcón a fumar el último cigarrillo del día, el cigarrito necesario para ir al baño antes de dormir. De mi balcón se ven otros balcones del edificio del frente. Una muchacha semi rubia y semi escultural pero muy provocadora también fumaba apoyando sus codos en la baranda a eso de las doce.
Es sábado y ella parece un tanto ebria. Esta casi desnuda tambaleándose en los pilares de su balcón. Sube la música y capto que escucha Trentemoller inyectado. Yo continuó fumando y admito algo de nerviosismo. Ella mira directo a mi ventanal y no para, ni evita sus torpes movimientos borrachos. En la avenida se puede ver como entre varios asaltan a los abuelos lentos, escapan y hacen sonar las alarmas de los autos adrede, los sonidos son agudos, chillones y en distintos tonos. Todos escapan y gritan agarrándose los genitales. Mi vecina borracha les hace chaíto con una mano y con la otra sostiene un vaso a la mitad. Después los ignora y me dice que vaya a su departamento, me llama agitando las manos y las tetas. Me hago el desentendido, piso el cigarro y me entro. La sigo mirando entre las cortinas y apago la luz para que no me vea. Entre las persinas celestes la veo entrarse y también apaga la luz, creo que también me ve. Me recuesto en el sillón y enciendo otro cigarrillo. A los tres minutos suena el timbre y siento la piel de gallina. Dejo que suene un par de veces. No quiero abrir. Cuando giro la manilla me empujan la puerta con fuerza, es ella, la semi rubia ultra alocada, en las manos carga como a una guagua una botella de Martini Bianco a la mitad. No sé porqué pero me sentía cómodo con aquella desconocida borracha sentada ahí, en mi living observando todo con total naturalidad. Sus ojitos achinados me están viendo como un gato a su canario-cena, bebe tragos cortos y se toca las tetas y hace muecas felices. La miro levantando una ceja y con curiosidad, no sé que decir, hasta que se me ocurrió preguntar:
-¿Cómo te llamas?
-¿Qué importa mi nombre?...¡¡solo me lo quieres meter!! -efluvio ella y sonrió.
También sonreí y tomé su botella y bebí un trago largo, como siempre lo hago, como un borracho de verdad. El sorbo me remeció por completo, de la garganta a los pies. No tenía dinero para invitarla más, ni hablar siquiera de salir a un sitio más cómodo, así que le ofrecí:
-¿Quédate conmigo?
Ella aceptó moviendo la cabeza y se quitó un poco de ropa. Sus ojeras parecían de masturbaciones constantes y carretes habituales. Se levanto y paseo por mi departamento, tocaba los libros y veía las plantas, luego se tiró en la cama y se quitó los pantalones y luego los calzones. Comenzó a frotarse el clítoris con los ojos cerrados. Yo sentía crecer mi entrepiernas. Fuí velozmente al baño a lavarme los dientes y mis presas, a los dos minutos cuando volví ella dormía con la boca chueca, babeante y abierta, y además, roncaba. Me acosté intentando no despertarla, le toqué un rato el pelo y dormí a su lado.

2 comments:

MAR said...

A las rubias siempre nos estigmatizan.
ASI TODO EMPEZO…
................
El camino era largo, la noche negra, la casa lejos, y las vueltas muchas.
Él le dijo a ella:
_¿Quieres probar?
Y ella enmudeció, sus ojos brillaron con el reflejo ancestral de una loba y se fue p´dentro, su pelo rubio resplandecía ...
Ël abrió la puerta, comieron , bebieron y comenzó el juego:
La mujer dorada se sentó en sus piernas, abrió su boca, lo llamó con la lengua y él se rindió, a su propio quieres probar.
Las sombras del fuego, se encontraron y probaron sus bocas, lento, de a poco, mordiendo los deseos y lanzando avisos de más más más....
http://jashablog.blogspot.com/
mar

Elver Cruzila said...

estás en lo cierto, las rubias cargan con esa cruz, de frívolas, huecas,casi mongólicas, pero esta semirubia solo existe en los castillos ensangrentados de mi mente...besos