Wednesday, December 30, 2009

LA LETRA ENTRA CON SANGRE.


La tomaré como esposa, si firmo la vendo, este vínculo conyugal me conmueve y me asusta, seremos los miembros que no varían, que no cambian en esencia, pero sí de tamaños. Entiendo que dependiendo de cada sociedad, tribu, extrañas fisionomías o mutuaciones étnicas.

Sabemos que existen novios gélidos como nieve y empanadas como novia, y viceversa. De igual manera, nos pararemos frente al Ministro de fe a legitimar la filiación de nuestro amor, y pronto la afilación de nuestras lenguas y extensiones de nuestros cuerpos, para luego engordar a los hijos pro-creados, eficazmente, por estos mismos miembros en ritual frenético.

Desde el punto de vista del derecho occidental, el matrimonio constituye una unión de dos personas que tiene por finalidad constituir una familia. Idiota, feliz, moderna, anacrónica. Digamos distinta. Nada sabemos de esto. La cuestión es la familia. Sin apellidos. Solo La Familia, la semilla, la raíz, el fruto, el dolor de guata. El baño, la cadena, la semilla otra vez, la música, los gritos favoritos, la comida, las deudas. Los gritos, eso ya lo dije.

Hasta hace pocos años se consideraba un elemento esencial de la definición de “Matrimonio” el hecho que ambos contrayentes debían ser de sexo opuesto, rayita y palito, pero en el último tiempo este elemento ha sido objeto de moderaciones debido a la introducción, por algunos ordenamientos jurídicos y algunos penes incansables, de incluir con ganas el matrimonio entre personas del mismo sexo, un precedente cercano es el primer matrimonio homosexual en nuestra vecina Argentina.

Ahora bien, no todas las sociedades establecen la distinción entre matrimonio civil y matrimonio religioso, válida sólo en Occidente. Matrimonio religioso, al que se considera un sacramento. Matrimonio civil, una juerga.
La forma tradicional de matrimonio es entre un hombre y una mujer, con la finalidad de constituir una familia.
Para el caso, basta el reconocimiento a las uniones entre un hombre y una mujer con finalidades prácticamente idénticas al matrimonio, pero que adoptan formas y denominaciones distintas, citaremos “las sociedades conyugales de convivencia, y por supuesto, las sociedades maritales de conveniencia”.

Ahora bien, es sabido que las hermanas de los otros siempre están lubricadas para el ring, exquisitas como cazuelas con papa humeando y caldo hirviendo, y por sobretodo, esperando inocuas palabras para dejarse cautivar. En Occidente decimos que bailar con la hermana es fome. No obstante aquello, en Oriente es fácil encontrar algunas excepciones históricas a la prohibición universal del incesto: Tenemos los casos de las monarquías del Antiguo Egipto, por ejemplo, Cleopatra, quien gobernó en matrimonio primero con uno de sus hermanos y luego con otro; podríamos decir que tuvo una razón de Estado, que se podía resumir en el intento de mantener concentrado el poder en una familia, en una dinastía.

También es el caso del Tíbet, donde varios hermanos pueden compartir la misma esposa. Economía, cosas del deseo o del leseo. En Bélgica, Canadá, España, Noruega, Países Bajos, Sudáfrica y Suecia, así como en el estado de Massachusetts en Estados Unidos, han admitido el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Estos países modificaron la anterior definición legal del matrimonio al concebirlo únicamente como la unión de dos personas. Como sea, este es un primer paso.

Todo vale, hasta que posteriormente, uno flaquee y se mande cambiar o la muerte los separe, o quién sabe, en su efecto, los dos o uno se aburra y pida a gritos el divorcio.

2 comments:

Elver Cruzila said...
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Elver Cruzila said...
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