Wednesday, July 22, 2009

PASIÓN, MUERTE Y RESURECCIÓN DE ELVER CRUZILA, (o la histrionica escensión del osito de puas)


Ha sido absurdo, -un absurdo dentro del absurdo- encontrar refugio en el interior de la Factoría Manchesteriana de Matucana. Me corrijo: ha sido lógico y coherente encontrarme al final con esta prisión abierta, preparada y esperándome.
Todo estaba programado.
Por supuesto que no hay nadie aquí. Y ha sido estúpido el temor y vano el deseo de ser acribillado al cruzar sus murallas. Como creen, no es tan fácil.
No hay nadie aquí. Todo está limpio, intacto, silencioso. El sitio está abandonado y nadie sabe cuando. No hay olor a pescado. No hay residuos, no hay productos, no hay vestigios y siendo que los vestigios siempre son tan importantes.
Pero no me engañan. Este no es un refugio. Lo fue sin duda mientras ellos estuvieron aquí, encapsulados y protegidos detrás de sus murallas y bajo sus cúpulas. Tendrían todo organizado bajo la cúpula cristalizada. No hay refugios en Matucana ahora, echaron abajo la ciudadela-factoría. Esta no era una prisión aunque quisieran. Yo también la recorro.-Mi mente- preguntándome todas las preguntas y buscando signos y huellas (tal vez una sola y fulgurante) que escribieran en las paredes y nos puedan explicar lo que no puede ser explicado.
¿Por qué?
Muchas preguntas sin respuestas en la ciudad roída, o en lo que queda de ella.
Y esperándome en el interior del refugio-prisión, mis cuadernos, garabateados con amor y con sangre. Llevan de todo, cebos, carnadas, tentaciones, estímulos, recompensas.
¿Puede entenderse esto: la feroz y voluptuosa decisión de no desaparecer sin dejar testimonio? Escribo solo para quienes consigan entenderlo, y vuelvo a gritar después de muerto porque, en verdad, yo ya había resucitado a todo cuando traspasé las murallas de la ciudadela-factoría esperando ser asesinado como otros lo fueron.
Con extrema crueldad esta ciudad me mató, y de paso, me entregó el rol por el cual yo había estado clamando en agonía, incapaz de seguir almacenando en mi memoria las cinco, diez, cincuenta versiones mentales de todos los hechos ocurridos y presenciados. La ciudad y sus moradores me entregaron alivio solo cuando me dejaron con el papel en blanco y el grito que tuve que soportar, nunca estuve vencido, nunca estuve anulado.
Entonces me auto-condené a iniciar nuevamente el proceso, al abominable proceso de creación y sin saber siquiera de dónde me brota la cruel y escéptica sonrisa, me nace con su fresca insidia recién aparecida en el papel y pregunta: ¿acaso eres el mismo que fuiste antes de morir para contar HOY lo que ayer callaste? Es por eso que la duda sobrevive. No puedo saberlo.
Alguien puede explicarme esto, ¿existe el mundo sin una hoja de papel? ¿Sin un solo soporte de la palabra escrita? Entonces todo se obnubila. Mi conciencia se retrotrae a un estado primitivo. Mi cuerpo y mis manos están llenos de signos y jeroglíficos rasguñados en la piel con espinas de pescados y tintes vegetales de lapiceras tristes. Era solo una forma de advertirnos que no debíamos olvidarlo. Avanzo. Retrocedo, escribo.
Pues bien, puedo leer el código de la esencia de las cosas que oigo y que presencio. Y hago una grosera síntesis de días imposibles de describir en esos días. Y yo quise reírme de mi mismo con una carcajada burlona, quise que mi propia piel diese el testimonio perdurable. Y no es así. Realmente no es así. Era más bien el horror al olvido, la aterradora percepción de la fragilidad de la memoria. Era el querer asentar –hoy y no mañana- lo que ayer ocurrió. Era mi desconfianza. Era el terror.
Era el miedo a olvidar lo que no debe ser olvidado, pues cuando muero dudo de todo. Es grandioso poder contar con esta herramienta que utilizo, la voz escrita, sinónimo de alegato. ¿No es acaso tan efímera como la tatuada piel de la mano que la escribe? Golpeo a las sombras, golpeo a las nubes, me revelo al tiempo… escapo de mí, me escondo del yo-testigo. De la víscera, de la conciencia, de la memoria, todo es sublime bajo mi piel acorralada que quiere inmiscuirse en el relato. No sé de cuanto tiempo dispongo. Debo remitirme a los hechos. El frío, y parece que en esta deliberada guerra en contra de los grados bajo cero se desatan miles de ingeniosas ideas para mantener temperados los ambientes, las salas de estar, las oficinas, las casas. Los más necios encienden chimeneas con leña húmeda, otros más limitados prenden la cocina y ponen las palmas sobre los quemadores y se sonríen del gélido sabor del polo que evitan pero no saben que después tendrán que pedir hora con el dermatólogo más cercano para sanar los crueles sabañones que destrozaran sus manos, y de esta forma, es decir, calentitos, rosados y tibios entre la cabeza y los pies, mantenemos, al menos por unas horas, la calma. Cientos de abuelos prenden el brasero y al rato, los bomberos prenderán sus sirenas para terminar de destruir sus casitas de mierda que ya se han quemado enteras. No me muevo para nada, hace un frío de putamadre y de salir a comprar entre pingüinos citadinos ni hablar, esteré invernando con las frazadas hasta el cuello pues como por arte de magia podemos trasladar la conciencia a diversos lugares y viajar bien acompañados con Manuela mirando al techo o también, esa misma exquisita conciencia nómada podemos suprimirla. Durante años pasé frío, y de puro gusto, bebía pilsen helada bajo la lluvia y “a-próstate cabrito” que después no vas a poder ni mear tranquilo, ese mismo aire fresco convirtiéndose en nieve me entumecía los testículos y estos, a su vez, se reducían como dos nueces peludas, contraídas entre sí, amándose una al lado de la otra, prestándose ropa para no matar a todos los inquilinos espermatozos de hipotermia, y ahora en cambio, con mis calzoncillos largos de polar puedo sacarle la lengua al frío, y también algunas chicas podrían, eventualmente, sacar la lengua sobre mis redondas berijas rosas y estirarlas apasionadamente sin causarme dolor alguno, ya que con las pelotas tibiecitas es probable que nada llegue a doler demasiado, incluso una gran patada en las bolas no es nada si estás con este genuino escudo solar. Ahora bien, si a este cálido nido le aumentamos la paz con alguna chiquitolina de moda, mejor aún, y así la atmósfera estará inerte, no hará viento y tendremos la sangre como un animal afiebrado, y ahí sí, de seguro, la conciencia vagará viendo el horizonte y sus colores afiebrados. A este sosiego le llamaran golosina del espíritu, incluso armonía y a decir verdad estos eufemismos están muy lejos de lo considerado correcto, pues este calmante narcótico solo nos reduce el dolor y las sensaciones molestas, pero no quiere decir que estemos en paz, tranquilos y menos armónicos. Esta pasión tiene más cercanía con la calidez de tus labios al amanecer y es así como puedo restaurar mi vigor abatido, con la bendición de la entrega mutua y nos volcamos a romper la cama y a los segundos tendrás la tibieza de mis dedos dejando huellas de sangre en tus blancos senos y la locura llegará y la calma también y esta nos pondrá en la puerta de los respetables gustos del suicida, pero vamos caminando tranquilos por las piedras, lento pero seguro, ya que ahora es el momento de hablar de eso. Me tiembla la mano al escribir letrillas absurdas de felicidad, no soy una persona cualquiera, soy un hombre exquisito, pueden preguntárselo a ella misma. Puede sonar como una divagación insensata y asociarme de inmediato a un ser simulador, sin valor, y también lo soy. En rigor, soy de aquellas especies que siempre hacen lo que les da la puta gana. Tengo tantas riquezas como vicios y me conformo con lo que sobra, además tengo un sirviente, un viejo sin ideologías, un analista de las miradas, un inventario de resacas, mi buen alter-amigo Elver Cruzila, que muchas veces es mi vocero incondicional, una mañana mientras oíamos a Spinetta me dijo: “No imagines, no pienses, no analices, no medites, no reflexiones, mantén la mente en su estado natural”
Fue implacable y sutil, me llevó a la calma, me guió hacía la meditación del tránsito y del no movimiento.
Por otra parte estoy decidido y no me arrepiento de nada. Mis instantes de silencio son estados agónicos. Si supieran cuanta muerte encierro y ya no deseo más que dormir recién nacido en los brazos de alguien que me sostenga por horas, bien podría ser mi madre o una enfermera gorda recién egresada.
Tengo el temperamento del practicante que se cree viejo zorro y que se hace el sordo, que por las tardes se mueve como un mister sin interés. A ratos se hace el perdido pero tiene todo muy bien planeado. A las nuevas generaciones de ratas les diré que mantengan los ojos bien abiertos y el nombre de sus musas bien apretado detrás de los dientes. Esas víboras gritan socorro y abrazan el aire. A veces no tenemos más remedio que ensuciarnos los labios con esa palabra abyecta. Amor.
Si algo quiero destacar es esta nueva dinamita de mi mente conceptual, aquella bomba que me sitúa en el Nirvana, mi nueva morada es el vacío y la liberación definitiva. Esta es mi última oportunidad, es una difícil tarea pero estaré a salvo, vagabundearé por el bardo, entre el cielo y la tierra. Entre la muerte y el renacimiento.

-¿Me quieres? –preguntó la muchacha.

En el cuarto había botellas vacías, bolsas con papeles rotos, calcetines sucios y cuanto libro esparramado por el piso. En el lugar existía un metro en quietud y semi-limpio y además, mal iluminado, ahí el chiquillo la tomó con clara intención de abrazarla. Ella en primera instancia lo rechazó, pero luego no resistió más, y recibió el más puro, y el más suave y también el más húmedo de los besos.

-¡Ya no te quiero querida, lo siento! –le respondió.

4 comments:

MAR said...

Resumiendo morirás y viviras ...escribiendo.
Cariños para ti y NO STOP DE escribir.
mar

Elver Cruzila said...

Gracias Mar, pensé, por más de una semana, que esta inmolación casual y antojadiza me estaba costando caro, pensé además que moriría de verdad y que ya nadie escribiría jamás al viejo Elver, pero supe y de buena fuente, que aún hay quienes leen estas inmundiacias, y no comentan directamente al blog, pero si me mandan ondas psíquicas que rebotan en el Ades y vuelven con la información, privada, hasta mis "saris" sucios...un abrazo my dear Mar.

MAR said...

ASI ES AMIGO ELVER.
TU NO ERES INDIFERENTE A LA EXISTENCIA.
SIN TI EN ELLA, ALGO FALTARIA.
Un abrazo para ti.
mar

Elver Cruzila said...

evidente Mar, en mi existencia si no estoy qué habría?? plop..