Monday, October 05, 2009

ESPEJOS DE SANGRE. 1994

a Coctelmarx


En el parque ayer pensé, que no habría más primavera en la Tierra.
Era tarde, hacía frío y el paladar de la Luna goteaba, creo que a esta hora la noche se adueña de los hombres.
Vivo en un barrio japonés rodeado de comida para lobos y mujeres pálidas. Frente a mi habitación todos los días se escuchan los gritos del infierno alcohólico que viven mis vecinos. Una acordeonista me ama desde su ventana, es una virgen hirviendo por la devoción de mis aullidos, a veces creo que en realidad ella me odia porque no soy nada más que su droga barata. Me repite que todo lo que cae afuera nos pertenece. Hoy me siento citado a cenar con la muerte en el valle color miel. Ella camina con una leve cojera, sus ojos están satisfechos porque dentro de sus venas baila la bestia de herencias mágicas.
Hoy es un día de lluvia, día de fiesta. Todo se ve frágil cayendo desde un gota, con cada uno de nuestros encuentros veo que las estrellas disminuyen.
En este barrio voy agradeciendo la vida a quién no me la dio. En este barrio hay calles para carnívoros, homosexuales, reptiles y tatuados. Los japoneses cobran impuestos y arriendos en sangre diariamente.
-Estamos hechos de oro para luego regresar inocentes, ni niña -le dije.
Una acordeonista, hembra de alteraciones.
Mientras deambulamos por la envejecida noche, un cerebro de silicona sigue sintonizado en el cielo.
Al llegar a casa tengo a dos cobardes comerciantes japoneses de sangre, vienen por los impuestos.
-¿Y que haremos ahora amor con las jeringas dentro?, en este barrio del demonio.
-“Golondrinas en azúcar tibio repondrán lo perdido”-dice alguien.
Los japoneses iban casa por casa recuperando las contribuciones en una especie de safari. Su industria de espejismo puede detenerse.
En otros lugares hay gente que paga mucho por ellos, atrae a los más diversos reyes.
La alucinaciones se hacían constantes, música de primavera, fiestas paganas, almas ebrias, máscaras de piel.
-“Yo sabía que no resistiría otro safari de los bastardos”
Y hasta el día de hoy mi acordeonista sigue en pie tocando antiguas melodías escocesas, ella está aquí porque cree que al dar su sangre terrestre va a conseguir una celestial.
Ya no pertenezco a este barrio, sé que sigue el crecimiento de los espejos de sangre cada día, incluso se crearon nuevas calles para políticos y sementales.
Yo olvidaré que les contribuí hasta con mi última gota. A mi acordeonista la abandoné, sé que me extraña, pero esta noche estoy aquí arriba, otra vez junto a la diosa que me amamantó en sus brazos.

5 comments:

Coctelmarx said...

Cuando se creía que las palabras bailaban , ahora pesan…

Elver Cruzila said...

dices por ahí "escribir ya me cansa"...te recuerdo que de eso se trata, "para ser escritor hay que dedicarse con la energía de un adicto a las anfetas"...

MAR said...

Para mi...como siempre es un PLACER leerte.
Eres creativo, diferente, entretenido, inteligente!
Besos para ti amigo.
mar

MAR said...

PD.
Jack Delacalle:
Ya tú sabes....yo soy adicta al Alprazolam 0,50.

Elver Cruzila said...

Mar: Han llegado a tu casa los japoneses?? les diste alguna gota de sangre?? Sabes que, una vez que tienes la jeringa dentro no hay vuelta atrás, ellos se llevaran todo, incluyendo los espejos...
Igualmente, un beso para tí,
Elver´so...