Wednesday, October 21, 2009
NO HAY PAN DURO.
Corría el año 1984 y yo cumplía seis esa misma noche de año nuevo. Mis padres bailaban cumbias que cambiaban cada cierto rato en la cassetera y otras que sonaban sin parar en la Radio Aurora FM. Mis tíos, vecinos y otros parientes hacían un trencito humano que circulaba por toda la casa, atravezada el comedor, el patio y volvía a la pista de baile, que en cada fiesta era el living. El tren lo encabezaba Benedicto, mi padrino, y con un cigarrillo encendido en la boca simulaba ser una feliz y cucarra locomotora. Mi padre tocaba guitarra y entre varios entonaban canciones mexicanas. Yo y mis seis años no sabíamos bien si esto era Chile, México, Colombia o Estados Unidos. En la televisión repetían a cada segundo la frase: “Happy New Year”.
Mis vecinos del lado eran unos arrendatarios delincuentes, asaltaban bancos, vendían drogas y se rumoreaba que habían asesinado a unos cuantos. Todos los días salían vestidos de distinta manera, con pelucas y disfraces de otras razas. Vivían dos hombres, dos mujeres y una niña. Esa noche mis vecinos contaban fardos de billetes sobre su mesa y los lanzaban al aire como serpentinas multicolores, yo los pude ver alocados con la vista perdida, también me percaté de docenas de botellas de champagne que destapaban como disparos burbujeantes y brindaban. Entre bailes, abrazos y risas disfrutaban los grandes. El sueño me venció y Benedicto me fue a acostar. Antes de dormir escuché que mi vecino le pedía un destapador prestado a mi padre, a lo que él respondió sin pensarlo dos veces:
-“No hay pan duro”.
Mi vecino criminal murmuró a regañadientes:
-“Ya, calmao’, piola no más. Cooperaste como rata” -agregó el maleante.
Después de intentar entrar a nuestra fiesta e insistir en vano, se marchó.
Al otro día desperté cansado y la casa parecía una verdadera fonda después de un atormentado dieciocho de Septiembre, había vasos por todos lados y Benedicto dormía bajo la mesa, roncaba revolcado entre colillas y tragos esparcidos por el piso, dormía sobre una singular y pegoteada cama a ras del suelo. Mi madre me mandó a jugar al pasillo del edificio mientras ella ordenaba el departamento para festejar mi cumpleaños. Salí al pasillo recién encerado y mi pequeña vecina estaba allí, sus padres de seguro le habían dicho lo mismo. Ella jugaba con su muñeca Pepona y la obligaba a jalar tiza molida. Me acerqué y le hice una sorpresiva e inesperada invitación a mi fiesta de seis años. Ella aceptó de inmediato. Después de dos horas mi madre se acordó de mí, -Entra a bañarte -dijo ella con gotas de sudar cayendo de su frente. Cuando me paré sobre la tapa del inodoro para peinarme resbalé hacia un costado y la cabeza me retumbó sobre el lavamanos. Mi ceja se partió como huevo fresco al desayuno. Tenía sangre y cuatro puntos que me pusieron en la posta tres de Matucana. Los adultos la llamaban Carnicería Tres y comprendí el apodo cuando el dolor que sentí se parecía a la masacre de una vaca y mis sucesivos alaridos de chancho.
-¡¡Cumpleaños feliz, te deseamos a tí!! -cantaban todos sonriendo y al mismo tiempo miraban mi ceja cocida y la cara de idiota que me brillaba detrás de la torta con seis velas y mil hojas. La apagué cuando terminaron de cantar y tres delicadas palmaditas de una pequeña mano golpearon mi puerta, un silencio de iglesia inundo el living. Hasta Benedicto calló y eso era harto decir, mi padre cerró un ojo y con el otro miró por el tubo mágico de la puerta, en el instante exclamó:
-Otra vez está ahí parado ese traficante analfabeto.
-No papi, yo invité a su hija al cumpleaños, abre la puerta –le pedí viendo como se deformaba su cara, pasando de una grata sonrisa a una sin expresión y luego cara de espanto.
-¿Cómo se te ocurren semejantes bobadas? –agregó mi madre tomándose la cabeza. ¿No sabes acaso que esa gente es peligrosa?
Mi padre abrió la puerta y dejó pasar a la niña. Ella tenía el pelo tomado con dos chapes y me entregó una caja de regalo adornada con una cinta y papel de autitos de colores. Cuando abrí el paquete mis familiares se alejaron como si se tratase de una bomba, tomé el regalo del interior envuelto en servilletas. Era un pan duro. Golpearon la puerta y mi vecino criminal gritó a pulmón vatiente:
-¡¡Ahora tenís pan duro negro de mierda!! -y se marchó riendo.
A la semana vinieron los policías a buscarlos. Un gran operativo se desplegó fuera del edificio, había milicos detrás de cada poste de la cuadra, helicópteros sobrevolando la comuna y policías de civil por todos lados. Ignoro si mi padre fue el soplón. El vecino-delincuente para no ir de inmediato a prisión se disparó en el estómago. El balazo sonó despacio porque sobre su ombligo puso la muñeca Pepona de su hija. Su destino aquella tarde fue la misma Posta Tres. Los policías fueron rudos con la pequeña, la tiraron del pelo y se la llevaron a empujones igual que a los demás.
Está corriendo el año 2009 y el departamento de mis singulares vecinos aún está vacío. Ayer por la tarde pude ver a una hermosa mujer de mi edad paseando por fuera del edificio, no quitaba su vista de las ventanas de aquel siniestro departamento, se parecía mucho a mi pequeña vecina. Por curiosidad me acerqué a ella y le pregunté su nombre, ella no respondió nada, a los segundos solamente dijo:
-En este lugar vi por última vez a mi padre, él murió tres días después de año nuevo.
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6 comments:
cruzila... es bueno es leer estos textos que te mandas hasta con realismo incluido, vamos a tener que hacer una copilacion con cruzila por que se esta comiendo a bernal de a poco.
estamos al talke
salute
Ese chasquido sin sonido del Elver Toxilla no quiere saber nada, solo escribe porquerías que van rebotando, y a la vez, trizando su cráneo sin cesar, a no ser que le propongan editar con "La Polla Libertaria". Yo creo que ahí prende. Esos alcoholizados editores fantasmagóricos creo que pueden ser de su agrado. Voy a comentarle sobre la propuesta suya Don Emilio. Le cuento apenas tenga alguna novedad.
saludos,
DelaCalle.
Amigo Emilio, Elver bebió grapa con los gitanos y molió quince chicotas mientras comía papas fritas de un sabor nuevo, creo que lo perdimos...cuando me miró tenía la vista como Syd Barrett después de chorrocientos hongos, de seguro no me vió, me dijo "Soy lejos el ser humano más terrible que ha existido hasta ahora, lo que no excluye la posibilidad de que acabe siendo el más beneficioso", se dió media vuelta, me rasco una bola, escupió y mientras caminaba agregó; "Nietzsche me cagó la vida"...que me dice Amigo Emilio, lo perdimos??
amigo Elmer de la calle adorador de los gigantogartos nipones, a raiz de su consulta respecto a la posible perdida o desaparicion de nuestro amigo en comun elver debo acotar que lo mas probable es que vuelva de las sinuosas elocubraciones y nadaismo que provoca la ingesta indiscriminada de chicota, hongos y psicodelia lisergica. lo mas probable es que este conversando con algun arbol milenario entre temuco y los lagos, es de recordar la maxima "hay que desvordar el caos para llegar a la calma". por otra parte, no puede estar tan recagado y soltar esa frase para el copihue de mimbre "Nietzsche me cagó la vida"... a quien no se la cago despues de leerlo jeje.
salute y ya recibiremos carta de cruzila, ojala que venga con estampillas de las que te tripean.
salute
"Nietzsche me cagó la vida"...
No hay pan duro señor...
La vida se la caga uno solito no más...
Besos voladores de su amiga.
mar
A esta altura, después de haber mal-gastado tanto tiempo, pesa. Aunque la vida es malgastar el tiempo también. Pero creo que ahora el tiempo me malgasta a mí...
Saludos a-miga, de pan duro,
elver
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