Friday, November 03, 2006

El computador central.




Un vehículo de seguridad recorre Eureka Dark Plaza, buscan posibles traficantes que estén vendiendo la pescada, o que se duerman de volados y los pillen, el acompañante del chofer parece un paco de civil y tiene en sus manos algunos datos apuntados en un cuadernillo, historiales de uno y de otro camello. En el tablero del sapomóvil está el computador con su furtivo teclado, los hombres visten como guardias de supermercado y responden -Afirmativo, negativo-, ¡mierda que debemos decir!, inventaré cualquier guevá…”COBRA 9 LLAMANDO”, tenemos a la vista una “CLAVE ÉTER”...Se estacionan en la cancha de baby fútbol que construyeron hace un año, algunos dicen que la mano de obra la pagó un viejo ladrón internacional, lo cierto es que nos están vigilando a todos, hay vecinos tan endeudados que inventan datos con respecto a cualquiera y se los venden a los ratis, a veces la recompensa por estos informes es en droga. En coca. Juan Kongos siempre los engañaba con documentos de mentiras, les escribía pergaminos falsos con direcciones donde alguna vez tuvo un amor, o un amorfo, y las “ratas” buscaban el queso mordiendo la trampa, la mitomanía de Juan por fin era relevante. Hasta que un día los ratis se aburrieron y le dieron una gran pateadura en la cara a Juanito, perdió dos dientes producto de tanto bototazo en la trompa, los que siempre estaban en la esquina del contagio para prestar ayuda, en ese torturado momento, justo no estaban.
-¿Cómo se les ocurre que les voy a mentir a ustedes, yo los respeto más que a mi mamita?, se los juro por Diosito, no me peguen más por favor.
Parece que las palabras de Juan Kongos elevaban la furia de los detectives y le encerraron la cabeza en una bolsa de basura y lo cacheteaban por turnos. Uno se fumaba un cigarro por mientras que el otro practicaba con la insólita pera de box.
En la madrugada me encontré con Saturnino que venía de una juerga en la casa de Antonia
Jassim, caminaba muy borracho y enojado como de costumbre, me decía:
-¡Ayúdame, yo no puedo en este mundo!-, Elver la pulenta, se me da vuelta la calle.
-¿Y que puedo hacer yo ?- le pregunté.
-¡SI UNA MINA PIERDE SU HIMEN, DESPUÉS CAMINA HECHA SOMBRA!-, gritaba él tratando de despertar a toda Eureka, sus gritos consiguieron respuesta inmediata en los bloques y una vieja que fumaba parada en la ventana del tercer piso le enrostra:
-¡Guatón baboso, anda a acostarte, mañana te vamos a acusar!-
-¡Cállate vieja sapa, preocúpate de los calzones de tu hija mejor!-
Seguimos caminando por entre los perros leprosos y el frío que volvía mármol nuestro interior, las botillerías aún atendían a ebrios que se sostenían de las botellas y por efecto del viento y la relatividad.
-Hay muchas cosas lindas, es bonito ver a una mujer embarazada por ejemplo- le digo.
-Vi un gran problema en sus ojos, en su casa finge la alegría, el amor no está por ningún lado. Ni en los cines, ni en las plazas, ni en los museos. Ella está esperando algo. Es mi mejor amiga y no pudo aguantarse las lágrimas. Hay vida en su bodega umbilical.
-Si esperas mi consejo te va a subir la fiebre.
-El manjar de los fármacos me mantuvo la esperanza.
-Ahora los fármacos han cambiado.
-No mucho, ella a cambiado más.
-¿Y tú?
-También he cambiado, antes no podía resistir entrar a un restoran de comida chatarra, sentía que me picaba el cuerpo, me daba alergia, me erizaba y me subía la presión, ahora al menos puedo entrar y ver como mis sobrinos comen esa mierda. Comen Mac Mierda, sin darse cuenta que alguien los U$A .
-Quizás tus sobrinos sean bulímicos y se estén librando de ese demonio con vomitos.
-No bromees con eso, tú no me conoces.
-Si te conozco, crees que no se que vomitabas después de almorzar.
-¡Cállate hablador de mierda!-
-Entonces no hables tu tampoco.
Ambos nos callamos. Fue saludable el silencio, advertí sus ojos. Me conocía mucho más de lo aceptable. Un hombre fumaba de dos cigarrillos a la vez, bostezaba y casi nos traga a los dos, Saturnino le habría quedado atragantado, como a muchos, el sujeto tiene cara de mujer y escucha en sus audífonos rojos gigantes una melodía de Emir Kusturica, silba y mueve las piernas sin dejar de fumar de los dos cigarrillos en intervalos, murmura:
-Ninguna olla tiene lo que quiero-
No puedo dejar de hablar de ti, porque todo lo que decías sonaba a verdad, mi vida es una cuenta regresiva, estoy en contra de todo, mis vecinos son fascistas encubiertos que visten Robert Lewis de segunda mano, hoy por hoy la luna está sangrando de tanto pisotón. Si me dejas o te dejo, no es lo mismo y me da mucho miedo el resultado, si continúo así, mi vida sería ficción. No llores mujer de piernas suaves, no llores en mi cama, no llores por cosas que ocurrieron, no llores por cosas de ayer, no llores más perra, porque llorar no sirve. Una mujer inteligente se acuesta con muchos hombres antes de morir, a todos les pide preservativo, exceptuando a su hombre querido, al de culto. A veces estoy feliz de que exista Elver Cruzila y al mismo tiempo lo mataría, algún día ese loco dominará a todo el mundo descifrando puzzles los domingos en la tarde, quizás sea en la “Fiesta de los Abrazos del Partido Comunista” donde se concentran estos milicos y policías descerebrados, -¿siguen buscando a quién matar?-, pero no entienden nada, esa es nuestra arma. Su ignorancia. La honestidad de convivir pensando en la alegría de las arrugas que están prontas a salir, en la fiesta todos beben y dan rienda suelta a sus emociones, los que pintan el mono quedan muertos de curados esparramados en el suelo, pero a pesar de estar muy borrados existe una constante, en ese profundo sueño etílico no los abandona su puño izquierdo en alto, los risueños miserables fotografían a medio mundo desde el vehículo del computador central. Nosotros seguimos disfrutando de la fiesta y la música, avanzamos entre caminos polvorientos y afiches de revolución, buscando con la pretérita esperanza de encontrar el menoscabado desenlace, o algo que se le parezca.




No comments: