COCAÍNA LIGHT (droga pa' los regalones)

No quería pasar por ahí, menos a punto de llorar, pero en la Capital de tanto dar vueltas sin rumbo se encontró a pasos del maldito edificio de la calle Monjitas donde vivía Cruzila y su novia, la traficante de las putas. Ellos estaban discutiendo cuando Michelle llegó a comprar, la noche parecía afilada a propósito, entre sus ropas traía, aparte de los billetes, un corazón esparramando arterias como hojas de otoño que caían sin detenerse, se congelaban sus genitales. Entró al edificio en ruinas, la decadencia rebelde de los punks vagabundos garabateaba las murallas, escribían pico y zorra, pero parecían concientes de algo. Cruzila abrió la puerta con los ojos desorbitados, la hizo pasar, el departamento tenía olor a tabaco y páginas de Rimbaud. Michelle estaba apenada, aún tenía incrustada una traición pasada y mientras destapaba el papelillo sus tripas crujían como tablas viejas, preparó la mesa igual que una sirvienta infectada, con un billete nuevo hizo un cilindro mágico, respiro hondo, y sin exceder las grasas, disparó la escopeta directo en su fosa nasal. Exhaló aliviada.