NIETZSCHE OR DIE

Después de varios minutos sin teclear, y ferozmente, sin pensar, intento hurgar entre los distintos metales de mi cerebro, tengo algo nocivo en el corazón, son miles las cucarachas que huyen diseminadas cuando intento detenerlas. Me encuentro con mis amigotes, la última conversación estalló en Nietzsche, nuevamente bebemos cervezas a destajo, y sin proponernos salvajismo, caímos desvanecidos al anochecer, hablamos de Nietzsche otra vez, de su locura, de su anarquía, Nietzsche odiaba la libertad, odiaba a sus lectores, odiaba obedecer, odiaba la ciudad, nosotros de algún modo, somos pequeños discípulos, prosélitos torturados que odian, igual que Don Freddy, hasta la llegada de un hombre superior. Intento reducir mi depresión fumando marihuana, también lo intento con leves suspiros, es difícil restaurar nuestros interiores derrumbados, la tarde nublada me consuela, la noche de mierda rebalsó su furia adicta, de madrugada mientras caminaba de vuelta a casa, borracho, casi cegado, voy pensando, o creo hacerlo, en todas las malas jugadas de la vida, justamente parado en la puerta del edificio mi teoría cayó de madura. Intenté muchos minutos, más de quince, y no pude meter la llave en la cerradura, todo se tambaleaba ante mi, no me hice mala sangre y esperé el amanecer sentado en la cuneta.