Saturday, January 20, 2007

VE VIDA EN LA BEBIDA


El dueño de la vereda reposa junto con las garrapatas, lanza lejos la petaca vacía, canta una canción de Los Prisioneros “y no me digan pobre, por ir viajando así”, su cara hinchada ya casi revienta, se cansa cada dos pasos, la vereda es su cama, es un Dios sucio dando combos a la lucidez. Hasta la viejita clandestina que le vende las suicidas petacas de ron se siente mal, todos fomentamos su alcohólico maquillaje nefasto con los cincuenta o los cien pesos que dejamos caer en su mano, seguimos caminando, sin saber lo agradecido que queda ese humano esparramado en su pedazo de suelo.

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