Sunday, January 28, 2007

NUEVAMENTE ELLAS


La presentación del nuevo libro de Pedro Lemebel consternaba el ambiente, o tal vez yo me sentía algo nervioso, cool, tenso, María Gracia Subercaseux lucía un abrigo negro que conseguía ocultar todo lo que nos revelan sus fotografías, ella es más conocida por sus desnudos que por sus fotos, en el pequeño supermercado del lado de la Cut compré una cerveza en tarro y la bebí mientras esperaba que la fila avanzase, pagué con el tarro vacío, compré dos más, me volví levemente menos agitado, Claudio Narea atravesó el largo patio sin mirar a nadie, las mujeres fumaban bajo los árboles, querían ver a Pedro tanto como los hombres, la luna casi redonda apaciguaba a la coneja literata, nadie sabía lo que estaba preparado, excepto Jovana, ella lo maneja todo, las palabras de Moulian, lo dudo, pero quien sabe, el viejo leía sus sarcásticos arcaísmos recolectados en tardes ácidas, parecía que Nelly Richards tenía erecta su verga porque la citaba cada quince palabras, Pedro no escuchó nada, después me lo comentó, el escenario era gigante, Pedro Lemebel conseguía desbordarlo, su “sari” negro ajustado y el maquillaje con pequeños tonos rosa en las mejillas, su negra gorrita tenía perlas, también negras y cicatrizando luminosas, con respecto a su facha, perdón su aspecto sobre el escenario, la Reina Madre levantó las manos como un futbolista que entra a la cancha y saluda a su público, los de las primeras filas se levantaron a aplaudir como si sus rebeldías los hubiesen impulsado, el espéctalo era Wilderiano, como si se tratase de Oscar Wilde, y en cierto modo, Lemebel es más afortunado que Oscar, porque como bien decía Moulian, a Lemebel le aceptamos todo, y ya conocemos la suerte de Wilde, que se dijo que lo enjuiciaban por sus palabras, pero nadie fue tan ingenuo para creer ese argumento fiscal, la tribu dublinés tenía serios problemas de tolerancia y el asunto era netamente su homosexualidad.
Fue una hermosa introducción disléxica la quema de las letras, un gótico preludio incendiario, a ratos parecía que no iba a continuar, pero fue óptimo el resultado inflamable. Después de beber unos tragos de pipeño y fumar cogollos a destajo con una antropóloga chiflada, escuché que Pedro estaría bebiendo en una guarida de Providencia, un sitio medio cursi donde supe que también llegó Raúl Ruiz alguna vez, nunca supuse que tal “elité literaria” estaría acompañándolo, casi todos vestidos con ropa negra, planeaban cosas, parecían la mafia de las palabras, reían, Sergio Parra y Alvaro Hoppe hueviaban, fumaban y bebían, la mujer de Parra tenía la cara más larga que la mesa, siempre detrás de un buen hombre hay una mentecata despistada, Juan Pablo Suttherland hablaba en voz baja con su compañero, Carmen Soria reía transparentemente purificada, su cálido rostro me tranquilizó, incluso cuando hicieron la vaca al final de las parrilladas y los ron cola, ilusa y patudamente le entregué trescientos pesos que, además de menoscabar mi orgullo, tenía reservados para la micro, ella me los devolvió añadiendo :
-¡¡No gueí, la plata de la micro no!!
A los minutos llegó una señora de lentes, vestida infinitamente de negro, era Malala, la editora esquiva de Planeta, la mujer que al parecer la llevaba ESA NOCHE, volvió a pedir plata para la cuenta, mis mejillas se pronunciaron con un comunista empañado en esencia, para mi en pocos segundos fue “Malula”, tomó algunos billetes y también se llevó a Roberto Brodsky, que ni un segundo dudó en seguirla, Víctor Hugo, El Ché Gay, sacó un papelillo de coca que degustamos en las casitas recien aseadas del baño, en privado, esnifando solo pequeñas dosis que, para la ocasión, eran exactas. Lemebel me invitó a fumar marihuana en la mesa, después de fotografiarnos fumando Álvaro Hoppe se fue, la juerga no terminaría ahí por ningún motivo, los enfiestados boletos eran esta vez con dirección al “Insomnio”, un bar de Bellavista junto al río, Parra levantaba la voz, Gonzalo León intentaba engrupir a una pendeja, le hablaba mirándola a los labios fielmente, todo estaba decayendo, incluso Lemebel perdió la lucidez (arreglaba problemas de redacción etílica en su mente), y durmió borracho apoyando la cabeza en el hombro de una loca con aspecto de matón gorilesco, el mismo de “Adios Mariquita Linda”, no lo pesqué ni para el hueveo y él seguía insultándome, el gorila gay cuidaba a Lemebel como una perra celosa, tenía unas manos inmensas, al rato me sacó los choros del canasto y lo encaré con tóxica vehemencia :
-¡Que te pasa conmigo jote culiao! NI TE CONOZCO CHUCHETUMARE!
-Ándate conchetumare’ –me gritó. Si no querí que te rompa una botella en la “caeza” –agregó.
-Toma, rómpeme este!! (y con un libidinoso gesto me agarré la verga y los cocos, y se los presenté envueltos en la tela de mis jeans)
-¡¡Ándate culiao’!!, deja tranquilo al Pedro –ladró gutural.
-Tu lo estás molestando con tu olor a raja feo culiao, yo quiero al Pedro más que tú –le enrostré.
Sergio Parra me aconsejó que me fuese, -“retírate Elver mejor, no pesquí a ese punga, se pone cuático” –me dijo, no sin antes darme el último trago de ron dorado y unas caladas de un cigarrillo light, caminé unos pasos y una chica me siguió, caminamos juntos sin hablar nada, después de unas cuadras ella me tomó del brazo y comenzó con su plegaria embaucadora, besadora, triste, la llevé hasta su casa en Irarrázabal, caminamos más de una hora, conversamos del sol, de las calles viejas, me despedí con una pedante galantería, le besé su fría mano, caminé de vuelta a Alameda pensando en Lemebel, no podía quitarlo de mis pensamientos, tenía sus sonrisas, sus miradas, su loca forma de llamarme Elver Elver Elver, la Reina Madre de seguro duerme a poto suelto, se recuperará de un momento a otro, ella consigue expropiar mi corazón, estoy perdiendo de las manos el volcán intenso de los secretos.
Ellas, ellas otra vez.

3 comments:

Claudia Trejos said...

Elver: Otra vez lo hizo.
PD: Que bien que te gustó el video y music de Animal Collective.
Este texto lo leere con calma.

Anonymous said...

Gracias por tu visita a mi blog.
Saludos.

Mujer Trotskista said...

buena cronica, elver y cuidado con ese ambiente...

oye, me decias que pertenecias a un sindicato? como te va en eso? (puedes contar?)