LAS BREVES Y REBUSCADAS HISTORIAS DE LA HAMBRIENTA SERPIENTE QUE SE MORDIÓ LA COLA.

Para comenzar con esta serpiente que de tan hambrienta se mordió la cola, voy a citar al venezolano Simón Bolívar, que sin ir mas lejos tuvo una vida llena de lucha y controversias en contra del dominio español sobre sus tierras, y sobre también, porque no decirlo, de todo el pueblo latinoamericano. Es sabido que perdió batallas pero también ganó algunas, y muy transcendentes. Logró independizar Venezuela, Bolivia y Ecuador. Lo curioso es que antes de morir en cama enfermo, respirando los últimos aires de su controvertido paso por la Tierra, le pidió asilo a un amigo que el tenía en una estancia alejada de sus adversarios, este “amigo” que le tendió la mano, paradójicamente, era español.

El gran Goethe escribió sus más grandes y representativas obras muriendo en desamor, revolcándose de pena por las plazas. Las mujeres que el amaba lo único que le entregaban era un sufrimiento inigualable, un dolor gigante a su corazón roto que no descansaba, el siempre lo supo más nunca desistió de aquellas tiranas que de su vida hicieron añicos y se dedicó por años a escribir sobre aquel nefasto y doloroso tema, que por lo demás le dieron el reconocimiento universal y literario de “enfermo de Macabeo”.

La arrugada, desaliñada y tal vez desaciada, por su depresión, compositora y cantautora chilena, señora Violeta Parra cantaba desafinadamente a los cuatro vientos “Gracias a la vida que me a dado tanto, me dio dos luceros que cuando los abro, me dio esto y me dio lo otro, todo guitarreado con lindas metáforas que ha todos, en su época, conmovieron. Ella a todo pulmón nos convenció de su amor por la vida, en un momento equis donde la serpiente se mordió la cola en su mente, Violeta se suicidó.

El filosofo Platón anhelaba desde lo más profundo de su cerebro superdotado ser nombrado primer ministro del tirano Dionisio, vaya contradicción, pero allá Platón. Platón hondo.

El célebre Franz Ferdinand Céline, más conocido como Céline a solas, adhirió así a tontas y a locas al nazismo y todo lo que escribió y todos los que en su época lo leyeron pasaron directo a la zanja de su culo prestado al furher.

Jean Paul Sastre justificó las mentiras estalinistas y Ezra Pound apoyo el fascismo de Mussollini, incluso tomaban oncecitas juntos a lo más pinky y cerebro.
Bajándole el pelo, quizás rasurándolo de frentón, a los tecitos entre famosos recordemos que Don Francisco y el puerco de la DINA, Mamo Contreras, también se juntaban a comer pancito tostado y cafecitos y después de todo, el país entero a llorar con los lisiados que, quien sabe, tal vez el otro anciano bastardo mutiló.

Para mala suerte de todos chilenos y de Salvador Allende en particular, a este último se le ocurrió la espectacular idea de nombrar a Augusto Pinochet como su mano derecha, mano que nunca lo traicionaría, el Chicho, o más bien Chicha Allende, pensó ingenuamente que el honor marcial, intrínsicamente militar de las Fuerzas Maracas y todo su desfile de putas jamás pondrían un dedo sobre el honor de la patria, craso error, letal resbalón. La Moneda ardía y Salvador no tuvo quien lo salvara.

Tchaitchowski, tal vez sino el más virtuoso de los “músicos rusos” de todos los tiempos admiraba tanto a sus colegas alemanes que componía pensando en alemán, (en ellos y sus melodías), se pasó a Rusia por las nalgas y se fue, no a una puta rucia, sino que a sus adeptos y queridos músicos amigos. Terminó sus días en Alemania pasando a ser un alemán mas, un músico mas de la “Old School Germany”.


Para que hablar de Ludwig Van Beethoven que después de arreglar toda su vida exquisitas melodías, ordenar maravillosas composiciones, afinar armoniosas sinfonías…quedó sordo.

Otro extraño caso es el de Fidel Castro que creyendo irrisoriamente que mantendría a su pueblo libre y austero de la colonización satánica de los gringos, alejada de las manos diabólicas de los Estados Unidos, sumió a toda la hermosa isla en una solapada dictadura descomunal, y como derivación gravitatoria, todo un pueblo privado de libertad.


Fiodor Dostoyieski, creo personalmente, uno de los mejores escritores de todos los tiempos, tampoco he leído tantos escritores, y menos tantos rusos, pero presiento que varios concuerdan conmigo en esto de su genialidad. Escribió memorables novelas, basta nombrar “Crimen y Castigo”, “Los Hermanos Karamazov”, “El Jugador”, por citar algunos ejemplos. Leí “Las noches blancas”, una serie de cuentos por el placer de escribir, leí otros cuentos bastante más oscuros, no es dato menor estar prisionero en Siberia, y sin un juicio justo, eran leyes inquisitivas como las chilenas hasta hace poco, pero aún más perras. Como olvidar los excelentes apuntes que después llamaría “Memorias de Subsuelo”, conversando una tarde con Don Armando Uribe en la Estación Mapocho antes que el diera una disertación o presentación de un libro, da igual, le pregunté acerca de este título, que pensaba sobre Fiodor Dos, el viejo lobo arrugado y sin dientes me abrió los ojos y entre caladas de viceroy corriente agregó convencido:
-“Lo leí a los catorce años y jamás fui capaz de releerlo”.
Dostoyieski a pesar de ser un escritor al que todos reconocían por su talento, capacidad y magistral forma de ponernos a prueba, murió pobre y solitario en una pieza de tres por tres.


El actor Christopher Reeve que personificó a Superman en varias películas cayó de su caballo una apacible tarde de primavera, al rodar se golpeo la columna vertebral e irremediablemente quedó parapléjico. ¿Era un caballo de cryptonita?


Charles Bukowski escribió y bebió toda su vida, tomaba hasta enfermo, acostado en el hospital, hacía brindis en las iglesias junto con el cura, la verdad, no sé si alguna vez visitó una iglesia, murió de un paro cardiorrespiratorio, en cambio el escritor chileno radicado primero en México y luego en Barcelona, Roberto Bolaño era un reconocido abstemio y murió siendo el primero en la lista de esperanzados aspirantes por conseguir un hígado, o ser transplantados.


Pablo Picasso y Paul Gaughin vivieron juntos largo tiempo, desconozco sus tendencias sexuales, la verdad a quien le importan. Hicieron mil locuras en conjunto, pitos, potos, tragos, drogas, colores, arte expuesto en decenas de oleos, millones de acrílicos. Según una revista especializada de la época se juraron no separarse jamás, hasta que Pablo Picasso se volvió loco y Gaughin se asustó y lo dejó solo y volvió a Tahití con sus otros “cuerdos amigotes pintores”. Con esos amigos para que enemigos. Vaya compañero.

Para terminar citaré al escritor norteamericano Ernest Hemingway, que fue padre o padrastro de tantos que nunca lo reconocieron, quizás el mismo Jack Kerouac, Truman Capote, Henry Miller y hasta el mismo Hank Bukowski le deban algo, aunque sean contemporáneos. Hemingway era un apasionado por los deportes y cuidaba mucho de su salud y su peso, era esencialmente un humanista. Fue autor del clásico memorable, “Adiós a las Armas” y también de “El viejo y el mar” quien lo pensaría, una tarde en su casa de campo sentado en su sillón de mimbre mientras limpiaba su escopeta en distracción se le escapó un tiro hiriéndole de muerte, para muchos por no decir para todos, ciertamente Hemingway se suicidó, también se barajó la hipótesis de un accidente casero, claro que esto último solo lo creyeron los menos.