Saturday, September 16, 2006

Los jalados v/s los poetas.


En Eureka, como en todo el país, está lleno de poetas y de adictos ansiosos por coca, o eritroxiláceo del Perú. Lo inaudito era que todos estuviéramos en la misma cancha para enfrentarnos por la Copa Barranca en la memoria. El partido comenzó con el agudo pitazo de un traficante, el asistente técnico de los jalados estaba demasiado prendido. Saturnino decía: -¡Corramos lo más que podamos!-
-Nunca correremos igual que ellos, te lo aseguro -dije desganado.
Por la orilla izquierda de la cancha viene corriendo “José Chute”, adicto y traficante menor, un cocainómano frustrado, lo intento detener entre agarrones y el arbitro cobra el foul, nuestra barra está muda y la del otro lado bebe y fuma marihuana, los de la serie que viene han desaparecido entre los arbustos y se pueden ver sus pies rebotando de ansiosa sed atlética. Al rato vuelven a la cancha y gritan a sus jugadores: -¡Eléctrico!, ¿en qué planeta andaí?-
Nuestro arquero no ataja ni una pelota saltarina, cada vez que le hacen un gol se echa la culpa y desconoce la habilidad de nuestros adversarios, como si eso nos diera un juego organizado y pulcro. El obeso arquero me la toca, avanzo con el balón dominado, por mi espalda pasa Saturnino y se la doy por entre medio de dos jalados, Saturnino se frena y la cambia para Boss, la finta es muy larga y el “Perro Chico” lo tranca. El Perro estuvo preso por vender falopa en las discos gays, por cierto, sus tratantes no eran muy hombres y lo delataron.
En caso de foul descalificador o mano dudosa es mejor guardar silencio, van cinco minutos y ellos corren como hienas detrás de un conejo, nosotros los esperamos en nuestra area, no nos podemos las piernas, el Bastardo es el goleador de los jalados y entra como pedro por su casa, es demasiado rápido y seguramente a él le gritan eléctrico, lo veo pasar de ida y de vuelta tan veloz como un mirage, José Chute se la pide, el arbitro cobra “saque lateral” y ellos se miran y se ríen. Saturnino va con la lengua afuera persiguiendo al Perro Chico,
parece un vagabundo en el desierto sediento por agua, el Perro corre desvencijado, José Chute a mi lado, avanza y retrocede, estornuda y se cubre la nariz con la palma de la mano, se mira y se lame la mano con entusiasmo, sin asco, sin pudor, con residuos de coca. El primer tiempo concluye y todos vuelven diseminadamente a la banca.
En el entretiempo se vacían los bidones con agua y los consejos de los antiguos patriarcas del club salen de sus criptas, entre murciélagos y arañas desempolvan inmemoriales sermones futboleros, -¡Vos soy bueno cabro, lo que tienen que hacer es esperarlos!-
-¡Elver! -dice el Huevo. Llega hasta dentro. Juégate la personal. -¡Véanla como Vovi!-
Ellos también escuchaban a los que veían de afuera el partido, todos los traficantes se enmarañaban a vender entre los árboles, había marihuana hasta en los culos de las guaguas.
El arbitro camina al círculo central y con un pitazo llama a los capitanes de los equipos, da un par de instrucciones referentes al tiempo de juego y comenta: -Ellos parten-
-A tu hermana -responde Saturnino.
El Perro juega con el Bastardo, la pisan y ponen en movimiento al Gritón, un nuevo cambio de posiciones, Boss pica por la orilla y consigue recuperar el balón, me la toca despacio y Chute la detiene, no puedo correr más, no quiero hacerlo, pido el cambio, el Huevo me dice que no hay más jugadores y que debo continuar, el arbitro se empuña un gran cóctel de pastillas y las toma con mineral, sus ojos se dilatan y pitea el silbato sin motivo, el juego se detiene. Pido agua, me mandan cagando a jugar, Saturnino y José Chute se patean, se empujan y los jalados de la barra se venían metiendo a la cancha. Tomo la pelota en media cancha y le hago un túnel lleno de estilo, sin pensar en Sábato, al Bastardo. Se ofusca y me persigue furioso, nuestro arquero es un onanista disfrazado de Daniel Morón, me la pide y rechaza con un puntete a las nubes. Vamos perdiendo dos: cero y la gente se amontona en la reja a mirar, el juego es rápido y los traficantes ganan más dinero que de costumbre, en las cuatro esquinas de la cancha hay yonquis y dylers y volados de corbata, el territorio se impregna con un escabroso olor a paraguayo prensado.
Chelines,(no la moneda austriaca) Vitoco, El Cuático, Pepe Trueno, La Tere, Sam el Bandido y Clemente mosquito venden cogollos sin parar, son los únicos que tienen la mano y se ríen cada vez que nos pifiamos o cuando intentamos enhebrar una jugada que se castra en su génesis por imperfecciones técnicas.
Perdimos tres: cero y Saturnino es derribado en el area de ellos, el volátil arbitro cobra el penal, lo pateo y, para colmo de males, se va desviado.
Cuatro: cero. El arbitro mea a la orilla de la cancha y La Tere le grita:
-Tírate un peito pá bailarlo, care chala-
Cinco: cero. Los cocainómanos juegan con nosotros como Maradonas amateurs. Nuestro arquero es un saco de guevas declarado, se ofusca, patea la pelota hasta la Avenida Goldie y un taxi la revienta. Queda el partido paralizado unos minutos. Conseguimos otro balón y continua la masacre esnifada. Seis: cero y una patrulla policial da la vuelta por entre los bloques, los traficantes se sienten acorralados y dejan los paquetes desparramados por la orilla de la cancha. Los angustiados los toman y caminan en distracción. Automáticamente desaparecen Chelines, el Pata de búho, Vitoco sin sombrero, El cuático, Pepe Trueno, La Tere, Sam el Bandido y Clemente mosquito, el arbitro también se persigue y se va, algunos de la barra también se esfuman. Según el veedor del partido faltan garantías y nos declaran vencedores, el partido lo ganamos por bocoy, W.O., repentina retirada.
Lo importante es ganar, y como sea, ganamos, claro que no podremos sacarnos el sabor amargo del seis: cero real. Es una caricaturesca metáfora del fútbol moderno y el arte, una vez más, los poetas después de ser pisoteados, como lo anhelábamos, hemos salido victoriosos, con la camiseta encendida y la frente sudada, y en alto.




1 comment:

Ciriaco Pescador said...

No se si vuelva a comportarme como aquella larga (o alargada a la fuerza) jornada de "reflexión" en torno a las sustancias que idolatráramos, creo que algo cambió profundamente en mí y ese algo es mi cariño y estimación por los que creo son mis amigos, aunque no los invitara nunca a mi hogar, puede ser que mi hogar es un espacio intangible, es decir, soy "yo mismo" ese hogar al que te invito y no importa el habitáculo que ocupemos, la hospitalidad viene de adentro. Joven Elver, lo extraño, extraño la tertulia descomprometida pero de mirada profunda , el extraño extraña a los extraños que no se saben como tales, extraño la vida sin disculpas, en fin, extraño todo lo que recuerdo de juventud. (write me please)