Sunday, January 07, 2007

POR ÚLTIMO DILE LA VERDAD.

Partiendo de la plataforma “Humanidad = Debilidad”, quiero expulsar unas simbólicas ideas que me oprimen el pecho sin motivo. Íbamos con Denis Gaita por las calles interiores de San Diego y podíamos ver el comercio sexual cuneteado de los cuicos, unos rubios hacían la francesa por diez mil a quién, además del dinero, les diera un lugar semi privado, un asiento “reculiable” de auto estaría dotado de hermosura para la mamada. Caminábamos hablando de nuestras depresiones que nunca tienen un génesis establecido, y que por suerte algunas veces se desvanecen en la medida que bebemos y opinamos de arte o música, o simplemente de crisis de pánico y otras tonterías. Denis es una flor que necesita cuidado y le hablé casi con suspiros acerca de su nuevo color azabache de peinado, sus ojos verdes, grandes y brillantes me veían flotar, sus manos blancas y suaves a ratos rozaban las mías, era un pequeño contacto sublime, le hablé mucho de cosas sin relevancia para tenerla desconectada de la depresiva obsesión de su pecho, le comenté del demonio y los incubos, los aguaceros y los pobres, los caballos de cristal y las estrellas fugaces, le recordé con lujos y detalles el primer día que hicimos el amor y ella prestó especial importancia a mis manos, le mostré que seguía siendo prolijo al amarla porque siempre me gustó tocar, y cada vez lo intentaba de mejor forma, mi pelvis bestial y sus retorcidas excitadas, a ella le gustó sobremanera mi forma de partirla y después se dedicó a buscar picos gigantes, pollas records, pijas fabulosas. Denis no sabía que con sus dientes apretados me daba un placer único y que mi “porno-cerebro” pensaba en entrepiernas comprimidos, vírgenes, casi infantes. Es importante dibujar en papeles limpios, pero nunca tan al extremo, también es refrescante despertar cierta curiosidad.
Un pájaro vuela libre y otro lo caza, vuelan juntos un tiempo, uno como rehén, tienen sueños de pájaro y cada uno por dentro piensa en encontrar un árbol mejor, por suerte encuentran una planta sagrada y vuelan y vuelan por siempre.
-¿Elver, préstame cinco mil?
-Ahí vemos.
-Los necesito ahora, el ciego dijo ahí vemos y chocó con la puerta y quedó ñato.
-No tengo -digo para alejarla.
-Recién te pagaron, no me vas a decir que te compraste ropa, realmente pareces espantapájaros, estás igual a un vago bodhissatva.
-¡NO TE PREOCUPES POR LO QUE USA, PREOCÚPATE POR DONDE ABUSA!- interrumpió Facundo arreglándose los lentes y volviendo de un puzzle en proceso de solución. Facundo pensaba que la vida era escuchar reggae y fumar verde, sus canas y las trompetitas de los volados de Jamaica me tenían chato, muchas veces hice el fuego de los asados con sus puzzles y sopas de letras de mierda. Facundo es mi padre adoptivo.
El niño Dios estaba naciendo en una caja de fósforos y a la gente la tratan como a ratones de laboratorio, “alcotest, narcotest, maricotest”. Los viejos nos conducen con tropiezos, el viejo continente es el viejo ávaro que consiguió comercializar lo del mundo, lo de Latinoamérica y a nosotros nos tratan como lesas nanas sudacas, estropajos de cantina de segunda categoría, guaipes de vulcanización en ruinas.
Un tipo se me acercó con dudosa calma y me preguntó:
-¿Tu eres de Eureka?, ¿nacido y criado?
-Si, ¿por qué?
-Entonces eres Eurekense.
-Yo creo, pero también siento que puedo estar de paso unos treinta años.
-((¡¡ DE PASO!!)) -retumbó la Tierra.
-Si. Porque te extraña tanto, todos vamos a morir algún día.
-Eso es para los viejos, tu eres de Eureka y de ningún otro lado.
Mi silencio era un pensamiento, -Si pudiera te daría con África en la cabeza-
-Si quieres dejar atrás toda la muerte que encontraste. Me parece medianamente razonable, pero no podrás olvidar a los muertos, porque ellos no te olvidan.
-La muerte es igual para todos.
-La muerte eres tú. Es tu sepelio loco.
-Ironía por mayor sale más barata que ironía por unidad.
-Esta ciudad es buena, siéntete bien. El mundo es transparente.
-Estás loco -dije. Conozco al tesorero.
Otro silencio interrumpió la conversación.
-¿Supongo que también conoces a Silvio?
-Se escribe con ese o con zeta.
-Con ese.
-Ah, veo que lo conoces bastante.
-Si, y eso que tengo pésima ortografía.
Las piscinas de los hoteles céntricos se llenan de turistas que creen que están en sus países, el chileno es tan hospitalario y cagón a la vez, que tiene adornados los barrios con dibujos, nombres y hábitos de otros lados. Turistas tostados que son gatas de chalet o físico-culturistas gays con vaso lleno y hielo saludan hacia nuestra principal avenida, La malcriada Alameda, desde la terraza del Hyatt mueven sus traseros y les hago un conchetumadre con el brazo, me agarro las bolas y les ofrezco un afectuoso Pato Yáñez.
(un Pato Yáñez es un gesto popular en Chile que nació en Brasil después de que el Cóndor Rojas, excelente portero chileno, se cortara la ceja en un partido por las eliminatorias de no sé que Mundial, el veloz y peligroso Yáñez les hizo este singular gesto de mostrarles el racimo pudendo a toda la torcida brasilera y así inmortalizó este ingenioso desaire)
Una abuela me hace cariño levantándome las cejas, cada arruga es un año, como cada cuadrado del caparazón de las torturas, las mujeres tienen una edad en que son como tortugas, les gusta la cabeza adentro y muy lento, lento. En cierto modo ocurre en todas sus edades. Las chicas usan ventanas en sus agujeros y ropa de ciclista, los hombres avanzan detrás embobados, es la nueva revolución del culo y las tetas, hay millones de yeguas en busca de jinetes, en turnos. Todo eso me da asco, los swinggers, los tríos, los pendejos que se creen irreverentes y se mean con una sola palabra lasciva, me volví puritano, para beber. Cerveza con cerveza y pisco con pisco, nada de mezclas. A cualquier humano escasamente normal debe parecerle ridículo que alguien tosco y parco se vea como una persona grata, es cuestión de mirar fijo a los ojos y descubrir a los lobos:
“El que más muestra es el que menos tiene”.
Es aterrador pensar en los rebotes, no puedo controlar esta manía casi sexual de criticar, se vuelve una literatura crónica, balas verbales o como una noche me dijo Pedro Lemebel, “eres un escupidor de palabras”, hombres, mujeres y homosexuales sufren lo mismo, en esto del dolor no importa demasiado tu sueldo, ni tu sexo ni cuanto sepas, la inteligencia es una enfermedad, si estás en la universidad no sabes más que yo, solo obtendrás un diploma de limitación. Los desordenes cardíacos te darán preocupaciones, pondrás orden y el amor tirará todo abajo denuevo. Enamorarse es afirmar la teoría del amorfismo, es jugar al amigo secreto entre dos, yo la vi a ella y ella a él. Fue doloroso, tanto o más que cuando atropellaron al rasta, un mendigo atípico, de pies sucios y descalzos. Un semi- dios- animal. Venía la ambulancia y mucha gente se agrupó a mirar la sangre amarilla del rasta, Oriana Jass dijo que era producto de los frugelé de limón que comía, su hipótesis podía tener justificación, pues ella se los regalaba de su negocio, ahora ella está en Las Canarias y ve cientos de marroquíes muriendo de calor, de hambre, mueren en las carreteras, mueren en todos lados. La destartalada ambulancia pasó de largo, como siempre, después volvió y bajó una camilla vieja, oxidada, parecía exclusiva para rastas, el auxiliar bostezó y dijo:
-¿Quién va a pagar por este inmundo?
Una señora preguntó: -¿Usted usa lentes de contacto?
-¿Qué?-. Abrió los ojos el camillero.
-Sus ojos son verdaderos. Le veo uno café y uno verde.
-¡SON MÍOS SEÑORA!, ¿y pregunté quien va a pagar por este señor?
-¡Usted imbécil!, se supone que el estado debe hacerlo, ¿es un chileno o no?-, le grité.
-Vamos- dijo él a su colega también vestido de angelical blanco.
El rasta se levantó herido, tomó su sangre amarilla y camino a pies pelados por la avenida hirviendo.
-¿Usted lo conoce? -me preguntó la señora.
-No -dije. A usted menos.
-Yo tampoco a vó -gruñó ella.
Caminé de vuelta con la sirena rebotando en los bloques. Mi perro me muerde las manos, llega otra mujer a mi vida, quiere besarme y dice cosas de otros hombres, es mejor que una fotografía de volado, todos la miran. Tiene lo que los hombres llaman -velocidad-.
Sobre el espacio, la Tierra. Estoy moviendo el dedo dentro de la mujer, libero sus deseos aprisionados, alcanzo a fulminar su Ecuador y dice en inglés las veces que se ha ido.
El Chicota corre detrás de un bus, no puede alcanzarlo, trata de detener a los taxistas, no lo consigue y se planta en medio de la calle con las manos adelante, como tomando distancia, los buses vienen en bajada, el Chicota en subida, los carniceros le gritan:-¡Quítate imbécil!-Los buses lo esquivan, unas viejas aletean, las lolitas mueven el culo una erección más. El Chicota es una mezcla de ladrón y adicto, soslaya el respeto y encuentra la anarquía, si miras para otro lado mientras hablas con él, eres su víctima. Alguien toca el timbre por error y sube el Chicota, se sienta al fondo, le duele el pecho y llora por dentro, se limpia las uñas y se peina a lo Beckham. Los pasajeros lo miran y dudan que pueda ser alguien importante. No recuerdo el fin, pero de cualquier forma sigue vivo.
-¿Esta micro es rápida o lenta? -pregunta el Chicota.
-No lo sé, pero el chofer tiene canas -le responde alguien.
-Mierda, vamos a llegar mañana.
El taco en la Avenida parece una mujer negándose a tener sexo, igualmente avanzamos quince cuadras sin detenernos, un dentine a la boca, el MP3 a los oídos, la poca visión de futuro de los antiguos arquitectos nos tiene cagados de calor entre San Antonio y Puente, calles angostas, ardiendo, hombres cabeza gacha, me bajo del bus y camino hasta el Cerro Santa Lucía y busco a un dyler, cuando lo encuentro le digo: -véndeme un pito flaco por favor y préstame un papel.
-Chiss, no querí un pulmón también -me responde.
Un krishna vende inciensos, -Señora esta varita le dará un aroma limpiador de ambientes, si las energías están malas, el incienso le dará vida a sus seres queridos. Hay
días en que usted se amarga solita y pelea con todos.
-Yo peladito- dice una liceana. Pero sabes que yo ando enojada en la calle, ¿dónde puedo andar trayendo el incienso?
-En tu oreja princesa, igual que un lápiz.
-Gracias.
-Di krishna, gracias a ti.
El calvo toma los cien y se baja del bus no sin antes decir: -hare kriskna-, el chofer sudado le responde: -súbete a vender a un ángel pelao’ culiao’.
Ly García trata de sacarme celos con hombres prefabricados en democracia, tipos de Educación Privada que es lo mismo que karate sin golpes, a mi me tiene sin cuidado lo que Ly haga, los muchachos no pueden investigar demasiado, exponen sus dramas en clases:
-Perdí a la tercera nana del mes.
-Parece que al Joaco no le van a regalar la Van, su papá quedó corto y solo tendrá que conformarse con un Cavallier, que desgracia, que chulería.
Yo creo que esos bichos están llenos de piquetes, sin humanidad, con la balanza descalibrada de la vida, con celulitis cerebral, me importan poco, casi nada.
Me voy con Saturnino a comer a Los Buenos Muchachos, no hay muchas hembras y los buenos muchachos son todos giles, pero distingo entre la masa a una princesa castaña ensangrentada recién fugada de los castillos de mi mente. Telefoneo sin treguas a Denis Gaita cuando recuerdo que robó por la mañana cerca de doscientos dólares, -¿cómo será hacer el amor con una mujer que robó doscientos dólares?-, me pregunto, es fácil percibir cuando ellas están a punto de fundirse, insisto que Denis es para mí, quiéralo ella o no, cuando llegó al sitio el mozo le tomó el brazo y la dejó cerca de unos leones hambrientos, insinuante, casi diciendo -miren, más comida-
-¿Quisiera saber si sus orgasmos son reales?
-Clítotest -por último si miente, tírale el pelo.
Ella me ama tanto como a mentir y yo la necesito igual que a mi silencio de borracho, ahora es tiempo que participen los huevones, hay enormes cantidades de zolben, eviten resfríos creyéndose lolos. Al salir del local le choco el hombro a un asesino y Denis me insulta:
-¡Tarado!, ¿cómo se te ocurre?, ¿quieres que nos mate?
-Si hubiese chocado a un violador no habrías dicho nada.
-Ridículo.
Ella a veces me trata como si yo fuera un guatazo descomunal en la piscina repleta.
-Conseguiste tu voz de librería -le digo.
-No, ¿por qué?
-Pregunto nada más, siempre los intelectuales que desertan terminan atropellados.
-Imagino que tus lentes en el velador son la evidencia.
-¿Y la plata?
-Uh, verdad la plata, quiero gastarla, nadie nos dirá: ”junte la plata”, eso es un maldito viejo y sucio dicho, igual que ese “cuide la pega”.
-Son las artimañas de los empresarios, o tu crees que a ellos les dicen lo mismo.
-¿Elver?, dime la verdad, ¿te gusta Pinochet?
-No, por supuesto que no. Reconozco que me habría gustado escuchar a Allende.
-Pero está muerto.
-Allende fue el histórico, sin él, Pinochet se habría quedado sentado, solo y jubilado.
-Eso es de librería- me dice.
-No seas peyorativa conmigo. Te agradecería un poco más de distinción hacia mí.
Pareces una mexicana solterona de teleserie sin presupuesto, te faltan solo los bigotes.
-Soy mexicana.
-¿De cuales?
-Zapatista, es un hecho.
-¿Por qué?, ¿haces zapatos?
Silencio de ultratumba, luego una risotada demente, Denis encendía su cigarrillo número tres mil, sonaban campanas y fuegos de artificio celebrando su proclamada ofensiva cancerígena.
-Cuando venía llegando estaban todos los estacionamientos ocupados, así que volví a la calle y busqué entre las cuadras de modelos nuevos, un viejito me llamaba con su paño, pero estaba muy chico el espacio y yo no soy muy erudita para estacionarme. La gueá es que, mientras me estacionaba en el único sitio que había, llegó un policía muy serio y me quería sacar un parte de transito. El letrero decía –“no estacionar ambos lados” -y yo le trataba de explicar que me estacionaría solo en un lado.
-¿Y el simio pudo entender?
-¿Ni en broma?, esos primates no entienden nada.
-¿Y que hiciste para quedarte ahí?
-Tuve que mostrarle los calzones un poco, me bajé el escote, tácticas, y así comprendió.
-¿Hiciste un trueque maraco con un policía?
-¿Qué tiene de malo?
-Nada. Siempre es mejor ser un huracán que un vientucho.
-También pienso como tu, prefiero las conductas avasalladoras, a los coloquios tenues.
-Así es mi Reina.
-¿Qué vamos a hacer ahora, Elver?
-Viajemos lejos, bien lejos.
-¿Dónde?
-A Orgasmia. ¿qué te parece?
-A Orgasmia los boletos entonces.
-Que bien -pensé.
Denis no retrocede cuando hemos decidido algo. Podía ver su silueta gélida en el umbral de la noche, esas eran las palabras verdaderas de las que tanto hablaba el zapatista Marcos, el tornado Lennon y los millares de putos cuerpos desnudos que no se detienen jamás. La escondida promiscuidad, la extensa noche, estamos libres bajo sospecha, quien merece la fugitiva libertad.

2 comments:

Húayat said...

¿Cuando nos emborrachamos y hacemos poesía?, tendría que ser un sabado en la tarde o algún festivo (por la pega).Saludos y resistencia poetica .

Elver Cruzila said...

Estamos al habla, cualquier sábado,en relación a la pregunta de arriba, creo que nos emborrachamos y hacemos poesía cuando estamos desesperados...a punto de explotar, cuando nuestro drenaje de respiración colapsa y la parte posterior del cerebro se golpea en las paredes de las metáforas dibujadas ahí..
Un abrazo.