EL INMORTAL ES EL QUE MUERE

Para rebalsar el vaso de mis males mi pequeño hijo Ian Po tragó veneno para matar garrapatas y termitas, de esto hace unos años, se le daban vuelta los ojos, sus convulsiones me parecían feroces, quería morir, partí enajenado a la posta de urgencia y un médico cubano le practicó los primeros auxilios, en rigor, y tal vez debo respetar a Fidel mucho más de lo que creo, a pesar que un coterraneo-compañero suyo o quién sabe antifidel patiperro,(desertor de su país) me ayudó a salvar la vida de Ian Po, después en la ambulancia fue trasladado a un centro más moderno y quedó hospitalizado, estaba repleto de sondas y agujas ensangrentadas, no sé como ocurrió todo, recuerdo unos gritos y los ojos perdidos, blancos y desvanecidos de Ian. No era real el tiempo, las cosas ocurrieron en un período atemporal, lloré por pasillos solitarios y fríos en la tarde de un domingo negro, la muerte estaba por ahí merodeándome, la veía con desprecio, por suerte las intervenciones fueron en los momentos precisos y el veneno pudo ser neutralizado con carbono activado por vía intravenosa, -el inmortal es el que muere- pensaba, Ian Po es mortal, y no podía ser de otra forma, se salvó de la calva desgraciada que nos acecha desde que nacemos, su “Angelian” lo protege. Estoy feliz por su recuperación, tartamudeo unos meses, pero nada grave, lo que no puedo disculparme son las cosas que ocurrieron en los dos segundos que lo perdí de vista.