LA FRÁGIL DEMOCRACIA DE LOS CULOS.

Cubres los angelicales potitos
con tu suave lycra, seda, lino, algodón
siempre de algún color calentón.
Cubres los angelicales potitos.

Arte de encajes, guarida de olores,
celofán del coño emancipado,
pionero en autonomía clítoriana.
Calzoncito blanco que cubres los culitos
de las musas púberes

y que luego, ellas te mancharan
con sus primeras gotas
de sangre y a los días,
con el rocío
nocturno y húmedo de la libidinosa pesadilla.

Algunas veces el calzón blanco
ha sido decorado con vistosos animalitos y dibujos
de diversas índoles, vale decir, toys storys, pokemones,
elefantes y hasta micky mouses de vergas erectas.

Sus pequeños cuadros nos atrapan,
nos encandilan y eso que son tan pequeñitos.
Sórdida rutina de sus nalgas,
avanzas un poco y me dejas como loco.

Hay princesas que usan calzones gigantes,
de esas imbéciles cabezas de palo que hoy
no vamos a hablar.
Hay otras chiquillas que abiertamente no usan,
ahí se pone peluda la cosa.

Las que cautivan nuestras miradas
siempre son esas V CORTAS,
los hilos dentales embutidos en la buzeta,
los churrines minúsculos metidos en el tambembe,
en el culito, entre los cachetes.

Esos calzones si que son osados,
tanto o más que sus dueñas.
Ya no les vemos el culo,
sino que solo el tamaño de sus cagados.

Mientras más pequeños son parece que más
gigante se va haciendo el nuestro.
Un calzón ínfimo realza lo grande de sus corazones.
Que más enfermantemente placentero
que mirarle el poto a las mujeres
del mundo entero.

Veo pasar un perfecto colaless,
lo trae puesto una regia señorita,
me hace dar la vuelta el viólaless
el mundo va al revés,
por este verano se los pido,
no me rapten más suspiros.