ANTE MI INOPERANCIA EN TEMAS TRASCENDENTALES. LOS PECHOS MOJADOS DE UNA CUALQUIERA.

Atiendes el mesón de una tabaquería poco concurrida, tienes el diente del medio careado lo que le da a tu sonrisa una "rupturista" mueca desvergonzada, hablas de tal forma que tus demás dientes no se vean, te pones la mano encima de la boca o te ríes poco, es sabido que no tienes una espléndida expresión dental y ni siquiera sé cual es tu nombre, eres aún, una cualquiera. Todas lo son para mí hasta que no se presentan, o alguien, cualquier o cualquiera las presenta conmigo. Que intente escribir en un día como hoy es de altísimo valor para mí, llevo cuatro horas viendo el techo y nada y la verdad es que no soporto este dolor de espalda y de piernas que me aqueja, necesito con urgencia un pinchazo de morfina o tal vez éter en la zona de los glúteos y su continuación hacia arriba.
Los pechos mojados de una cualquiera no son blancos color maní ni negros de látex azabache estilo ébano, sino que son los pechos de una pequeña diosa de Renca, Liverpool, Amsterdam o Zambia que están húmedos y que a más de uno consiguen erizarle los vellos de los brazos, en casos, la sangre bombea hasta los genitales masculinos y erecta al que en esos mojados, y casi estilantes lapsos de tiempo esté en el sitio del alumbramiento del seno salpicado de pequeñas gotitas de agua fresca. En la playa no es tal el efecto que surte a nuestras hormonas, muchas veces inoperantes y dormilonas, en la piscina es casi igual, yo me refiero a esos instantes en que en pleno pasillo del súper o en una esquina céntrica te encuentras de rompe y raja con una cualquiera recién bañada, con las puntas de los cabellos aún húmedos, y adrede, goteando por su delicado cuello empapando su garganta y sus pechos, la verdad es que esa belleza golpea, son inmensos destellos que carbonizan el aire y su aura agitadora alborota a casi todos los que alcanzan a ver a esa estrella en fuga. Creo que no es importante si recién se bañó, solo basta que se empape las puntas del cabello y de paso con estilo cashual le gotee hasta los senos, es excitante saber que esconde sus pechos húmedos tras el pelo también húmedo y que sepa de nuestra fiebre por vía de una felina mirada, buscándole los labios, los ojos, la humedad misma, intentando capturar su rutilante frenesí a la pasada. Si sonríe es porque algo en ella también pasó, algo le gustó, es probable que algo de ella misma sea lo que la hace sonreír, su desfachatez amenazadora, su histriónica vanidad desnuda, sus pasos de fuego volviendo del infierno, su cara de ángel moviéndose así, sonríe porque ama ser observada, deseada, violada con la vista de un cualquiera. Sonríe porque a pesar de tener el diente del medio careado capta la atención de casi todos, sus húmedos pechos son sus grandes aliados, a sabiendas que no son unos enormes pechos, son más bien pequeños, similares a los de una modelo escandinava, francesa, delgada y que no entiende nada, son sus tetas naturales que vuelan mas allá y que nos miran, sin estravismo retocado, que se nos escapan suspiros y se nos cae la baba.